Hola. Parto por agradecer la muy amable invitación de doña Cristina Velázquez para escribir en Tu Blog En Mi Blog, para exponer un poco sobre la génesis y experiencias de mi trabajo en Siglos Curiosos. Supe por primera vez acerca de los blogs durante el año 2005. Al principio eran, y así los veía yo, meros diarios de vida en línea, pero después surgió la idea de que un blog especializado en un tema, atraería a la gente adicta a ese tema, mientras que los blogs de tipo "mis pensamientos" y "cosas que a mí me interesan" iban a atraer sólo a los que les interesaran dichos pensamientos y cosas con total exactitud (o sea, a nadie, porque no mucha gente calza con no mucha gente en lo que al total de sus aficiones se refiere). Esto no era nuevo: las páginas webs especializadas, a la larga, se desayunaron opíparamente con las "páginas webs personales" que mezclaban cacao, automóviles y jazz únicamente porque a su dueño le gustaban esas tres cuestiones. Soy persona de múltiples aficiones, y elegir tan sólo un tema fue un suplicio. Finalmente me decanté por dos: la Historia (a lo que se dedica Siglos Curiosos) y el Cine (a lo que se dedica Cine 9009, sobre lo que si la autora de este blog lo permite, quizás hable algún día acá).
Siempre me había llamado la atención el poco cariño que el común de la gente le tiene a la Historia. Creo que por una cuestión de imagen. Biología, computación, naturaleza, todo eso se presta de maravillas a los efectos especiales tipo Star Wars, con un soundtrack con empaque electrónico para crear el vértigo de lo moderno, todo a gusto de la audiencia internética de hoy. La Historia, en cambio, muchas veces huele a naftalina, a libros llenos de polvo, a gamberradas sin gracia con un lento y aburrido minué de fondo. En esto influye, por supuesto, el pedante academicismo de muchos historiadores, cargados de reverencia a los siglos muertos y a estilos de hacer historia que ya eran históricos en sí mismos, en los tiempos de maricastaña y peor. Decidí entonces que mi blog sobre historia iba a ser ágil y ligero, e iba a enfatizar no los "grandes hitos" ni los "momentos estelares", sino aquello que no figura siempre en la primera plana de los libros de historia. Iba a hablar de Julio César, Napoleón o la Segunda Guerra Mundial a veces, por supuesto, pero también de tribus perdidas en Oceanía, de costumbres alimenticias, o de períodos históricos apenas tocados, y peor documentados. Todo eso, con posteos cortos y sin demasiadas referencias bibliográficas que ahuyentaran a los lectores casuales. La idea principal no era enseñar Historia (aunque eso era el efecto colateral inevitable, y deseado a fin de cuentas), sino hacerla amigable, de quitarle el polvo y convertirla en lo que siempre debió ser: un espejo de lo que nosotros mismos somos en la actualidad, o bien siempre hemos sido. Mal que mal, por debajo de la cáscara de costumbres, religiones, razas, circunstancias políticas o desarrollo científico, los seres humanos hemos siempre pensado y querido más o menos las mismas cosas: amor, dinero, poder, autorrealización, justicia, orden, libertad... Hay historiadores que espantan a sus lectores convirtiendo a los griegos, los aztecas o los samoanos en alienígenas llegados con brillantes luces desde lo alto a salvar tu vida y hacerte caer en rendida adoración. Yo quería atraer a esos mismos lectores, convirtiendo a esos contertulios históricos en amigos con los cuales puedes ir a tomarte un par de copas y conversar amigablemente sobre sus circunstancias, tiempos y lugares.
La elección del nombre fue quizás poco afortunada. No tenía ninguno en mente, y el tiempo apremiaba. Iba a postear dos veces por semana, planificadamente, y quería empezar en un domingo que, coincidentemente, iba a ser el primer día del año (efectivamente, Siglos Curiosos partió el 01 de Enero de 2006). "Siglos Curiosos" es un nombre que no dice mucho ni tiene demasiada personalidad. De ese error aprendí cuando nació después mi blog de cine, al que llamé más apropiadamente "Cine 9009". Con el paso del tiempo pensé en que Siglos Curiosos debía cambiar de nombre, y se me ocurrieron varias alternativas, pero ¡ups! resultó que mi blog ya empezaba a tener éxito, y por lo tanto, "Siglos Curiosos" estaba camino de convertirse en una especie de marca reconocible, o algo así. De manera que con ese nombre se quedó. Al principio, apenas aparecía en el buscador de Google. En la actualidad, la primera opción de búsqueda al introducir "Siglos Curiosos" en Google es justamente mi blog. Y de hecho, hay gente que busca Siglos Curiosos metiendo directamente las dos palabras en Google (lo sé gracias a una revisión atenta del feed del sitio).
El blog no estuvo libre de evolucionar, por supuesto. En un principio iba a estar más centrado en lo anecdótico y casual. Muchos de los primeros posteos están en esa línea. Pero después me di cuenta de que eso no bastaba. El tema de Siglos Curiosos era poner de relieve los aspectos más desusados de la Historia: civilizaciones no demasiado conocidas, personajes históricos de tercera fila, coincidencias notables, disciplinas no demasiado atacadas en los libros de historia convencionales (quizás demasiado centrados en la política y las guerras, a despecho de las ciencias, las artes o la vida cotidiana), etcétera. De ahí que empezaron a aparecer posteos sobre cosas que muchos no considerarían como temas "históricos": pueblos aborígenes con costumbres peculiares, frases y expresiones con una evolución etimológica propia, funcionamiento de la economía o de los idiomas, teorías científicas extrañas, cine y televisión... Pero siempre he evitado perder el norte y convertir a Siglos Curiosos en un cajón de sastre. La idea clave es que Siglos Curiosos no es un "blog de temas históricos", sino un "blog con una perspectiva histórica". Claro, eso permite abarcarlo virtualmente todo, porque todas las cosas que existen tienen una historia. Aún así, ¿conocen ustedes mucha gente que se dé semejante trabajo de rastreo? Yo, no demasiadas, la verdad.
También mi blog me ha dado sorpresas. Por alguna razón, el posteo que ha permanecido como uno de los más populares desde su publicación, es el relativo a la pascalina. Debo confesar que lo escribí un poco a desgana, apremiado por el tiempo, y sin mayor idea de qué iba a postear durante las próximas semanas (eso fue en 2006 y ya estamos a 2009, de lo que podrán colegir ustedes, al final sí encontré de qué seguir escribiendo). La búsqueda por presidentes chilenos y argentinos en Google, por su parte, lleva su poco de gente al posteo sobre que el primer Presidente de Chile nació en Buenos Aires. Entre los temas bíblicos posteados, quizás el más popular es el relativo a la relación entre el número pi y el Templo de Salomón. Su popularidad han tenido también los posteos etimológicos, en donde explico de dónde derivan tales o cuales palabras, o qué relaciones existen entre ellas, como por ejemplo el posteo sobre los topónimos griegos que han derivado en palabras comunes de nuestro idioma. Algún que otro posteo ha desatado tormentas, como el relativo a la crítica que hace Isaac Asimov contra el sionismo. Otro posteo que aparece de manera recurrente en el feed es el relativo a las primeras investigaciones sobre la sexualidad en las plantas, quizás porque mucha gente busca sexo en Internet, y los buscadores no son exactamente perfectos a la hora de discriminar entre Lucy Pinder y una rosácea cualquiera. Otro que ha llamado mucho la atención, es el dedicado a Erszébet Báthory y su masacre de chicas para bañarse con su sangre, lo que no deja de intrigarme porque material sobre ella hay desparramado por todo Internet, y no esperaba que mi blog se transformara en una pequeña referencia sobre el tema.
Y sin duda, la mejor satisfacción es tener un buen corro de lectores alrededor. Muchos posteos han sido meneados, y los comentarios dejados en Menéame demuestran a las claras que muchos lectores de allí son zafios e ignorantes (todavía me acuerdo de uno que, a propósito de mi posteo sobre el trikini, se quejó: "El notas escribe un artículo del triquini ¡¡¡¡¡y sólo enlaza una foto chunga más vieja que el mear!!!!!"), mientras que en mi propio blog tengo la suerte de recibir siempre buenos comentarios. Muchos de ellos son laudatorios, y eso no deja de enorgullecerme, aunque también de tarde en tarde me hacen alguna corrección, lo que más allá del varapalo en sí, se agradece porque mi blog tiene que estar siempre con el contenido lo más afinadito posible, aunque eso signifique admitir que (¡glup!) a veces se cometen errores. Posteando dos veces por semana, cerca de cien posteos al año, unos 350 desde el inicio del blog hasta la fecha, algo debo estar haciendo bien si en realidad cometo tan pocos errores (modestia aparte). Algunas veces he recibido algún comentario agrio, como uno que defendía con uñas y dientes a Gustav Radbruch (filósofo con el que no simpatizo), pero que después de una contundente y bien razonada réplica, no regresó más. Y en alguna ocasión, cuando expresé mi desdén hacia las teorías histórico-filosóficas de Oswald Spengler, surgió un defensor de éste con el que mantuvimos un estupendo debate (sospecho que el asunto terminó empatado, pero no me quejo, lo importante es el intercambio de ideas, al final del día). Probablemente esa sea la mejor razón para desvelarse en una actividad que no rinde dinero y chupa tiempo como una condenada: la satisfacción de ser un aporte, mayor o menor, pero aporte a fin de cuentas, en la vida de muchas personas que no tienen el tiempo o no saben bien dónde buscar, para encontrar temas históricos que sean de su interés.
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